Diego Schwartzman, desde un primer momento en el ATP 500 de Barcelona, era consciente de que se encontraría ante un espinoso desafío. Semifinalista el año pasado y con valiosos puntos del ranking por defender (180), el porteño de 30 años sabía que en caso de no avanzar demasiado sobre el polvo de ladrillo catalán quedaría en una posición incómoda, retrocediendo numerosos casilleros. Finalmente, la caída en la segunda ronda, ante el italiano Jannik Sinner (8° del mundo), por 6-2 y 6-4, provocará que el argentino deje el Top 70 por primera vez en seis años y medio (desde octubre de 2016).
Siete días después de enfrentarlo en el Masters 1000 de Montecarlo, Schwartzman tuvo una rápida chance de desquite ante Sinner, uno de los mejores jugadores del circuito ATP. En el Principado y con molestias en el hombro izquierdo, el Peque se retiró después de estar perdiendo por 6-2 y 3-1. Esta vez, ya rehabilitado físicamente y con el impulso de la victoria ante el chino Yibing Wu (56°) por un doble 6-2 en el arranque del torneo, encaró el encuentro ante Sinner con otro ánimo. Y se notó, al menos durante varios capítulos del match. Claro que enfrente tuvo a un rival radiante, que puede llegar a dudar, pero que tiene todos los recursos para recuperarse en un chasquido de dedos.