Por Ezequiel Fernández Moore
Boca debate desde hace más de medio siglo qué hacer con un estadio monumento, pero que le queda viejo y pequeño. Hasta Alberto J. Armando, el expresidente que da su nombre a la Bombonera, quiso mudarse a la Ciudad Deportiva, con el sueño de albergar el Mundial 78. Terminó en un fiasco.
Y el país también. Y una misma dirigencia opositora que busca recuperar tronos perdidos en ambos escenarios (y una justicia bajo sospecha). Pero también Daniel Angelici sufrió clausuras de la Bombonera. El problema central es otro.
En rigor, la Bombonera se llamó primero Camilo Cichero. Homenaje al médico que hipotecó su casa para construir el estadio en 1940. No alcanzó. El régimen del general Agustín Justo, que también otorgó créditos a River, completó el faltante. A cambio, impuso a su yerno, Eduardo Sánchez Terrero, como nuevo presidente de Boca. En 1996, la Bombonera dejó de ser Cichero y pasó a llamarse Alberto J. Armando. Fue decisión de Mauricio Macri, nuevo presidente. Homenaje al predecesor mítico. Pero también una venganza contra Abattangelo, nieto de Cichero.
El primer desacuerdo entre ambos sucedió el lunes 8 de enero de 1996. Abattangelo concurrió puntual a las 14 horas a la apertura de sobres para la construcción de los palcos VIP. Pero el secretario Jorge Alves le informó que los sobres habían sido abiertos el viernes previo “por razones de urgencia”. La adjudicataria fue una empresa “amiga” y la obra, según Abattangelo, terminó costando el doble que toda la cancha nueva de San Lorenzo. Caros, bonitos y lujosos, los palcos VIP obligaron por un lado a achicar tres metros el campo de juego. La Bombonera, estadio casi único (“ilógico y surrealista”, describió maravillado el escritor italiano Alessandro Baricco), vive apretada. En su construcción, en sus tribunas y también adentro del campo, como lo sufren los suplentes que corren por la línea, los jugadores que tiran córners, y también el propio Boca ante rivales que se atrincheran en defensa.
Más importante, los palcos cerraron la posibilidad de ampliar la capacidad del estadio por la única bandeja posible. El presidente Jorge Ameal espera que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, dominada por la oposición política, apruebe en marzo un proyecto de rezonificación que ayudaría a iniciar la ampliación (comprar las 129 unidades de las dos medias manzanas linderas por unos 14 millones de dólares y pensar en un estadio para 80.000 personas). La estructura metálica de los palcos podría sacarse. Más difícil será obtener esos votos.
En la primera fecha contra Atlético Tucumán, Boca (que tiene más de 300 mil socios y adherentes y un estadio con capacidad para 54.000 personas) desbordó supuestamente la capacidad de la Tribuna Superior Sur, pese a que el club ya estaba advertido por la Justicia. Los videos viralizados de la grieta mientras la Bombonera celebra y se mueve producen impacto visual. Pero la Bombonera, como escribió ayer el arquitecto Alejandro Csome en su buen hilo de Twitter, “es indemolible”